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miércoles, 26 de enero de 2011

soledad

En una isla el cuerpo flota, es obvio, y se mueve imperceptible. En una isla habita alguien, esperamos que así sea y miramos al cielo.
En la tierra ajena el cuerpo sobrevive, se encuentra con murallas enormes que desde el principio son impenetrables. La única salida
es rascar la piedra, quebrarla poco a poco, encontrar el lugar en la que alguien lo hubiese intentado antes. En ese lugar te imaginas un hombre
y sabes que estaba ahí por lo mismo que tú, cada vez que tocas esa parte desgastada sientes alguna clase de alivio.
Las manos en la roca y los dientes apretados.

¿Cómo llegaron esos hombres a esa isla?

En la entrada de mi casa había un gran perro gris que daba incluso miedo pero estaba débil, llevaba un trozo de cadena en el cuello y el cuello le sangraba, nosotros le dimos comida y agua, mi vecino que es más perro que humano se atrevió a quitarle la cadena, luego nosotros lo cuidamos, lo curamos y así pasaron algunas semanas,
el perro se fue recuperando, nos vigilaba y mis perros entendieron que era un perro con peor suerte que ellos y ya no ladraban. Un buen día se fue.
Siempre me he preguntado ¿A dónde van los perros? ¿Por qué no paran? andan sin rumbo. Muchos desaparecen, se escapan de sus casas y no vuelven
y otros regresan tan flacos y débiles con las orejas agachadas pero los ojos brillantes... Los perros.

1 comentario:

  1. unlike a "culturaly connotated space" as a stage, the public space, the street, offers and endless jostle of situations whose principle characteristic is indetermination. intermediary spaces, transit zones where the function mix, before a strict determination of the space it self

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